mayo 07, 2009

Fonoaudiología, desarrollo del lenguaje.

Pareciera un desafío simple, sin embargo el desarrollo del lenguaje es una tarea compleja, requiere de elementos internos y estímulos externos que nos permitan el logro. El entorno familiar y social se convierte en la fuente de estímulos que van a posibilitar que el individuo despliegue lo que trae consigo, para producir los sonidos que le permitirán expresar sus necesidades, pensamientos y sentimientos, relacionarse con los otros y aprehender el mundo en el que está inserto.

A veces la adquisición del lenguaje se desvía de los parámetros habituales y muchas de las dificultades no se reconocen hasta cuando han pasado varios años. En estadísticas extranjeras se menciona que un 10 a 15% de niños bajo los 3 años las presentan, y en la edad escolar un 3 a 7 %, con más incidencia en niños que en niñas. En una encuesta a profesores, señalan que el 50% de sus alumnos presentan problemas de lenguaje (Fundar, de Ediciones PUC, 2003).

Lo que se observa es una dificultad del niño(a) para expresarse, o para expresarse y comprender a la vez. En lo expresivo la dificultad va más allá de un problema en la capacidad de repetir y articular ciertos sonidos, como ocurre con las Dislalias. Se da una alteración en la disposición de las sílabas dentro de la palabra, en la organización de las palabras dentro de la oración, en la capacidad para diferenciar un sonido de otro, vocabulario reducido, dificultades para clasificar elementos y un nivel de expresión y comprensión que en las Escalas de evaluación puede ser de hasta 2 años menos.

En mi experiencia, ya obtenidas las áreas deficitarias, lo óptimo es un trabajo en conjunto con padres y educadores, ya que en la medida que el menor recibe estimulación y refuerzo por parte de quienes comparten sus espacios de educación, recreación, familia, etc. mejores serán los resultados. Además es importante que los padres y profesores, conozcan qué es lo que se está haciendo, para que sirve tal o cual ejercicio, qué se busca lograr cuando estamos estimulando un determinado aspecto.

Considerando que como seres humanos son múltiples los aspectos que nos conforman, es posible sumar otros modelos de intervención y pensar en herramientas que miren al individuo como un todo. La PNL nos entrega elementos que permiten “modelar” lo que funciona bien, para luego llevarlo a aquellas áreas que así lo requieran. Entonces es posible tomar otras habilidades del niño(a) en las que se desempeña bien para usarlas como un patrón que ayude a transferir recursos a aquellos aspectos del habla o de la comprensión en que los necesite. Además desde el enfoque de los niveles neurológicos del aprendizaje (Robert Dilts), es importante tener en cuenta que en la medida que un trabajo esté centrado sólo en el entorno, cuidando el donde, cuando y cuánto tiempo dedicar a las conductas que serán estimuladas y las habilidades que se requieren para ello, será diferente a un enfoque que además de lo anterior, incorpore el por qué es importante realizar lo que se está haciendo y con quién estamos trabajando, teniendo en cuenta que ese niño(a) es parte de un sistema mucho más grande, del cual también somos parte nosotros como educadores, padres o terapeutas.

Probablemente cuando el doctor Edward Bach creó la terapia floral (1930), no estaba pensando en los trastornos del habla y del lenguaje, ya que su propuesta va a lo profundo del individuo, busca rescatar la posibilidad de que la persona se manifieste con todo lo que es. Dentro de la terapia floral existe una gran variedad de flores que trabajan en síntomas relacionados con la comunicación, la expresión, la atención. Sin embargo en línea con la filosofía de su creador, podemos trabajar en los aspectos que están a la base del niño(a) que presenta el trastorno del lenguaje; sus temores, la falta de confianza en sí mismo, la rabia por no poder darse a entender, el aislamiento, etc.

Sin duda, miradas que permiten considerar aspectos que van más allá de la capacidad de decir y comprender lo escuchado; que consideran al niño(a) como integrante de un sistema, que tiene formas de funcionar específicas, que tiene necesidades, anhelos, etc., y que es mucho más que un diagnóstico, un ser humano en evolución.